sábado, noviembre 7

y todo vuelve a empezar...


No limpió el maquillaje de su rostro... no quiso perder de vista ni un minuto esa ventana... la ropa colgada esperando secar, los ojos brillantes de no pestañear... rojos, negros, sucios, despiertos y dormidos, nunca lo supo bien, quizás no fue ni lo uno ni lo otro, quizás nunca estuvo completamente dormida ni completamente despierta...
Tomó su pequeño bolso gastado y viejo, limpió su cara rápidamente como si el tiempo la presionara, y corrió sin saber bien la dirección, un par de frases nacieron en su mente, casi una canción, casi la página de un libro...
Polera gris, jeans y zapatillas negras... calor y de pronto... imprevista lluvia, los pies embarrados, el pelo balanceando gotas de agua que caían sobre los hombros desnudos...
La lluvia la descubrió, desprotegida, entre la nada sin saber en qué punto exacto se encontraba, sólo había contado los pasos por si ya no sabía volver.
Se detuvo bajo ese árbol que apareció de pronto, como si ella lo hubiese puesto allí con su mente, en aquella calle, frente a esa casa... en silencio escuchaba murmullos... de pronto la curiosidad ya había abordado sus pensamientos, el saber qué habla la gente en una casa, a esa hora, con lluvia, sin frío... y entonces se transformó en espía, espía de nadie, de todo...
5237 pasos a esa casa, hizo una mapa en su mente para no olvidar jamás ese lugar tan extraño, donde el silencio era casi absoluto (salvo por esos lejanos murmullos) y el vacío absorbente, salvo por ese árbol, esa calle y esa casa. –a veces pasamos el día olvidando cómo pasa el tiempo-. La cruz de su mapa imaginario estaba sobre esa vieja vereda, levantada por las raíces del añoso árbol que la cubrió aquella tarde...
Un niño sobre el árbol descubrió el espionaje... la mira, la asusta... Cómo fue que ese niño apareció de pronto, y sobre su cabeza?...
Corre desesperada y luego se detiene extrañamente tranquila... 900 pasos más, ya son 6137 desde que escapó por la ventana...
Llega a un lugar distinto, muy diferente al anterior... multitud, muchas casas, ruido, calles infinitas... y entre todo un paisaje reducido a 50 metros cuadrados... mar, pasto, árboles cargados de deliciosas frutas y personas disfrutando los más excéntricos libros que recoge la literatura clásica... Tiene una extraña sensación de completa armonía, es un momento perfecto, las luces tenues, el perfume del aire, el callado murmullo de una ciudad lejana o cercana, no parece muy claro... Cierra los ojos fuerte, por si lo que ve en realidad es un sueño... los abre y todo cambió... ahora no hay más que un hombre leyendo a los demás...
A veces creo que todos cambian su forma de ser sin nosotros darnos cuenta... o es que necesitan de algún permiso para hacerlo?...
No entiende mucho, pero está llena de una placentera sensación... respira profundamente, la vida es simple y clara...
De pronto la gente se dispersa y desaparece haciendo paso a un viejo ciego con un tocadiscos entre sus manos, en medio de un riachuelo que desemboca en ese pequeño mar... el tocadiscos elige una antigua canción de aquellas que suenan en Amelie..
En ese instante todo vuelve a su memoria... la gente leyendo, los 900 pasos, el niño descubriendo su curiosidad, el árbol, la casa y esa calle, el mapa en su mente... 5237 pasos y una ventana, la ropa tendida esperando secar, ella casi inerte con los ojos sucios, negros y rojos, en su cama, soñando, con una luz intensa que la invita a escapar...
Dos segundos y todo lo olvida otra vez, una luz intensa la despierta y se encuentra atónita frente a una ventana con la pintura del marco quebrajándose, parece mostrar algo sin importancia, pero hay algo más... no limpió el maquillaje de su rostro... no quiso perder de vista ni un minuto esa ventana... la ropa colgada esperando secar, los ojos brillantes de no pestañear... rojos, negros, sucios, despiertos y dormidos, nunca lo supo bien, quizás no fue ni lo uno ni lo otro, quizás nunca estuvo completamente dormida ni completamente despierta...
Todo vuelve a empezar...